El parto (V): Empujar
Con la oxitocina y la epidural en marcha la dilatación fue progresando rápidamente.
A eso de las 3 de la tarde la dilatación ya superaba los 6 centímetros, y a las 7 ya había dilatado unos 9 centímetros.
Fue entonces cuando le dieron nuevas indicaciones:
"Tu si notas una contracción empuja como te enseñaron en las clases preparto"
Tras dilatar lo suficiente la pasarían a la sala de partos, donde asistido por la matrona y otros profesionales se produciria el alumbramiento de Alonso.
El problema de utilizar tanta anestesia es que los esfuerzos por empujar no tienen un efecto proporcional en el empujón que producen. Es por eso que nuestra cuñada le aconsejó que no se suministrase más epidural. Llegado el momento tendría que empujar, y si no puede hacerlo por sus medios tendrán que recurrir a la ayuda de instrumental (forceps, ventosa,...)
Eso provocó un aumento en la intensidad del dolor que producían las contracciones.
Así nos pasamos las siguientes horas. Ella empujando y yo respirando. Se supone que yo respiraba para que ella me acompañase, y a veces lo hacía, pero casi siempre era yo el único que respiraba. Claro que, cualquiera le dice nada en ese momento. Su cara amenazaba con uno de los peores bufidos imaginables al primero que le diga 'esta boca es mía'.
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