El parto (II): Empieza el parto

01 octubre Jesús 0 comentarios

Según los datos del monitor a la media hora de haber ingresado, nos dijeron que Sandra aún no estaba de parto, pues las contracciones no eran todo lo fuertes que deberían ni todo lo seguidas que cabía esperar. Lo cierto es que fue una desilusión para ambos. De pronto nos vimos recogiendo las cosas y volviendo a casa como el sábado, cuando tuvimos un amago de ingreso por la tensión alta.

Nos estaba diciendo esto el ginecólogo mientras que la enfermera que le acompañaba le medía la tensión a Sandra: "15/9" dijo leyendo el resultado de la lectura.

"Tal vez no esté de parto, pero se podría quedar ingresada como un 'quince barra' ¿no?" señalo la enfermera.

"Vamos a hacer una cosa. Dentro de un rato te volvemos a medir la tensión y te hacemos otra exploración. A ver como vas entonces."

Una hora y media después (más o menos), Sandra fue al final del pasillo, a una sala en la cual le realizaron la exploración. Quince minutos más tarde volvía con una sonrisa con la que casi se mordía las orejas. Fue uno de los tres momentos en los que pude ver esa expresión en su cara durante el día.

"Ha dicho que ya estoy de parto" nos dijo a mi y a mi cuñada con la cara iluminada de felicidad. En ese momento la cara le cambió de golpe y porrazo. La felicidad dio paso a la sorpresa y, tal vez, el miedo a lo inmediato del parto:

"Estoy rompiendo aguas" dijo mientras el suelo a sus pies se empapaba de un líquido casi transparente por completo.

Mientras le cogía del brazo y le acompañaba a la camilla apunte "es transparente ¿sabes? Todo está bien."

Después de tanto tiempo informandonos, ambos sabíamos que con las contracciones el bebé se ve comprimido y a veces incluso sufre leves pérdidas del suministro de oxígeno. Este sufrimiento fetal suele provocar que el bebé defeque antes de nacer y el meconio (las primeras heces del bebé) entre en su sistema respiratorio y digestivo, pudiendo causar grabes trastornos e infecciones si no nace rápidamente.

A Sandra, sin embargo le preocupaba que el parto ya no iba a ser un 'parto húmedo', que en teoría son los más fáciles. Cuando se rompe la bolsa en el momento de la expulsión, el líquido amniótico hace las veces de lubricante y facilita mucho el proceso.

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